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13 de diciembre de 2009

Las esquinas de la razón

Entrevista exclusiva a Robi Draco Rosa, leyenda del rock en castellano. Por: Álvaro Corzo V. / Nueva York


Camina erguido, habla claro. Muy lento, pero mucho más ronco. Suena como un profeta, pero sus pretensiones no van más allá de la humildad de un verdadero trovador. En sus más de veinte años de carrera lo ha vivido todo, desde ser cantante de Menudo, compositor, productor de superestrellas del pop, hasta ganador de un rosario de premios y discos de oro. Sin duda Robi Draco Rosa o simplemente Draco, como el nombre de su nuevo disco, es considerado como un audaz y verdadero rockero de balada negra. Hoy, después de una larga espera, en la que tuvo que estar lejos de los estudios por varias razones, entre ellas una dolorosa enfermedad, este boricua de corazón regresa con un disco 100% en español, un álbum lleno de sabor montuno, isleño y sobre todo impregnado del aroma del café que él mismo cultiva en su romántica y alejada hacienda en Utado, una pequeña municipalidad en las montañas de la cordillera central de Puerto Rico.

Como era de esperarse de este polifacético y talentoso artista, el disco ya está trepando en las listas latinas en Estados Unidos y en toda la región. Considerado por la critica como el autor de uno de los discos más importantes de la historia del rock en castellano, Vagabundo y el cerebro detrás del éxito mundial de Ricky Martin, el también pintor y ensayista llega con fuego en la voz, como él mismo nos dice, al sentarnos a hablar sobre su nuevo disco, su salud y lo realmente esencial: su música. Esto es lo que tenía para decir el recientemente ganador del premio Grammy.

¿Cuáles son más íntimos, los versos que escribe en español o en inglés?

Mira, yo soy un híbrido, nací en Nueva York y me crié en Puerto Rico, soy recluta de una cultura donde la frontera entre los idiomas es un lugar de recreo. Sin embargo, mi lado más bohemio y romántico tiene una fascinación natural por el castellano. Es como sí las palabras no se quisieran despegar.

Y cuando sueña, ¿en cual de los dos idioma lo hace?

Ellos deciden su propio destino. Por eso prefiero soñar despierto y así mantener algo de control.

El primer sencillo del disco, ‘El paraíso prometido’, versa sobre la inminencia de la esperanza. ¿Sigue pensando igual después de lo que vivió en el último año?

Sí, hay que vivir, hay que seguir con la esperanza de que todo llegará. Esa es la única forma que he tenido de vivir desde entonces.

¿Qué papel jugó en el concepto del nuevo disco esa extraña enfermedad que lo azotó?

Cuando caí enfermo el año pasado, estuve muy grave por varios meses. Nadie sabía con certeza lo que tenía. Y ante la duda, decidí retirarme a una especie de exilio a las montañas de Puerto Rico. Fue tan pesado y tan intenso lo que estaba viviendo con la fiebre reumática, que comencé a escarbar para adentro, hacia mis orígenes. De ahí nació la idea de hacer un tributo a Puerto Rico y su trova. Por eso todo el sabor y todo el sentimiento.

Además de cultivar la tierra y pasar estos días difíciles en los cafetales en su plantación, ¿que más lo llevó a recluirse por tanto tiempo en el campo?

Sobre todo la inspiración que encontré, la buena energía, la pureza de la tierra, lo puro y lo natural. Ya llevaba años con la inquietud de conseguir un terreno para cultivarlo y así reconectarme con la tierra y lo realmente esencial. Estoy muy feliz.

Viene de ganar un Grammy a mejor álbum rock. ¿Le importan algo este tipo de preseas?

Definitivamente son como una droga para el ego, es un buen “high”. Sin embargo, siempre he sido un convencido de que este tipo de premios son un concurso de popularidad, y ese sí que no es mi fuerte. Pero como ves, todo sistema tiene sus fallas. Lo irónico y especial del Grammy es que llegó por Teatro, un disco completamente independiente, de tiraje limitado.

Pero precisamente después de varios años en la clandestinidad de la música independiente regresa a Sony para este nuevo disco. ¿Cómo ha sido el aterrizaje?

Estoy muy contento, este disco reivindica la música de mi gente, de mis raíces. Esto merecía estar por encima de todo y tener una mayor difusión.

¿Qué tan difícil ha sido durante estos más de 20 años de carrera abstenerse de caer en las pretensiones y apariencias típicas de la industria musical?

Obviamente hay quienes se molestan porque no me he incorporado al sistema. Porque permanezco alejado. Pero es que me cuesta mucho seguir las normas, a menos que sean las mías propias. He llegado a creer que este es mi destino.

Fue el compositor de los éxitos más grandes en la carrera de su ex compañero de Menudo, Ricky Martin. Canciones como ’María’, ‘La copa de la vida’, ‘She bangs’, entre otras, vendieron millones de discos en el mundo entero. ¿Esta etapa comercial ha quedado atrás?

Ya pasaron, fueron momentos que viví para saber lo que se sentía. Al rato reconfirmé que eso no era lo mío. ¡No se puede navegar en dos mares!

¿Pueden artistas como usted abstraerse del mercado, de si los discos se venden o no?

Eso depende de la forma en que veas el oficio y las prioridades de lo que te llena. Yo soy un arquitecto, lo que me alimenta es la construcción, el vértigo al ver una cinta en blanco, una partitura sin escribir. Para mí, lo demás son trivialidades.

Hablando de giras, ¿pisará Colombia con este nuevo disco?

Definitivamente. El plan es comenzar en Puerto Rico el próximo 12 de marzo y de ahí emprender camino hacia abajo. Por supuesto que sí. Amo a Colombia.

Baudelaire ha tenido una gran influencia en su forma de componer, ¿qué aspectos del surrealismo no lo van a abandonar jamás?

La agresión como belleza y la distorsión como pureza, estos son principios que los poetas malditos me impregnaron. Para mí es eso es una religión, una forma de vivir.

¿Qué le produce más placer, la euforia o la melancolía?

Definitivamente la melancolía, pues es mucho más fiable, sabes siempre que va a ser la misma.

¿Pero mucha de ésta no puede ser contraproducente?

Claro, puede llevar a la depresión. A mí me pasa, me llega ese vacío, ese misterio por saber. Me confunde mucho.

¿Qué se debe hacer primero, entender o sentir la música?

Lo esencial es sentirla, ese es el primer paso para entenderla, es una conexión jerárquica.

¿La mejor forma de morir?

Parado. Como un guerrero.

¿Su última palabra antes de bajar al sepulcro?

Los quiero.

Fuentes: http://www.elespectador.com/impreso/cultura/gente/articuloimpreso177000-esquinas-de-razon?page=0,1

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